Las claves del crecimiento económico chino: Estado y política pública

Abstract

China es poseedora de una historia milenaria apasionante, con páginas que pueden ser llenadas por dinastías del pasado, regímenes políticos muy variados, y una sociedad que aun cuando está en constante cambio, conserva parte de sus creencias y tradiciones. Se trata de un país peculiar, que se distingue por un fuerte sentimiento nacionalista arraigado durante toda su conocida existencia. La nación asiática ha dado al mundo numerosos inventos que han contribuido al desarrollo de la humanidad. “Fue cuna de la imprenta, la brújula (incluyendo el imán), la seda, el primer detector de terremotos, el reloj mecánico, barcos no sumergibles, entre otros inventos cruciales. También se habla de su buen nivel de alfabetismo desde épocas tempranas, en especial por el interés de difusión filosófico-espiritual” (Oubiña Falcon 2015 y Pato 2011, citados en Figueroa Delgado, 2018: 71. Traducción nuestra); figurando fuertemente el confucianismo y el taoísmo. Esta investigación, no obstante, no se inserta en el cúmulo de experiencias que esta nación puede ofrecernos a través de su rica historia, sino que emerge del interés por explicarnos el despunte económico que ha tenido en las últimas décadas, sus “secretos”, los elementos claves que encierra su estrategia de crecimiento económico, y que han hecho de China, un importante productor y exportador mundial. Ello en especial cuando tenemos en cuenta que parece haber iniciado su apertura económica con indicadores por debajo de los que teníamos en México en ese momento, por lo que creemos que su trayectoria reciente puede aportarnos enseñanzas, y es nuestra pretensión extraerlas. Partimos de la premisa de que el meollo de la cuestión yace en el papel asumido por el Estado, con particular énfasis en el impulso otorgado a la ciencia y tecnología. Para cumplir con nuestro cometido, consideramos en un primer capítulo, exponer información que muestra la relevancia actual de China en el escenario económico global, y que atañe a la expansión de su comercio y producción, su lugar como receptor de Inversión Extranjera Directa (IED) y la creciente salida de capitales chinos al mundo. No podía faltar la referencia al comportamiento del gasto en la Investigación y el Desarrollo (I+D), asumido por quien escribe como una de las principales claves del crecimiento económico de China. Al considerar pertinente esclarecer el punto de partida y la situación en que la nación asiática emprende la reorientación de su modelo de crecimiento, el segundo capítulo remite al desenvolvimiento conseguido durante la etapa maoísta, misma que abarca desde 1949 hasta finales de la década de 1970. Se destacarán avances y retrocesos derivados de las políticas sectoriales, al igual que las prioridades establecidas a través de los planes quinquenales. El tercer capítulo indaga en el periodo de reforma estructural que se gesta a partir de 1978, siendo medular para develar el tipo de Estado que conduce el proceso, su forma de hacerlo, y su trato a los distintos sectores. La política pública se sigue desde los cuatro grandes rubros objetos declarados de la modernización estatal: agricultura, industria, ciencia y tecnología, y defensa nacional. Este estudio fue fundamental para nuestros propósitos, permitiéndonos posteriormente —en una sección de Comentarios Finales— extraer las claves en síntesis, y someterlas a un modesto análisis comparativo con México, resaltando conductas polarizadas por cada Estado.